(De)Construccion de Arte Contemporáneo

Registro de actividades de curatoria y escritura, más comentarios de pasión y/o aburrimiento por el mundo del arte.

26.11.06

UN RECLAMO CONTRA LOS GUARDIAS DE EXPOS

Esto está fuera del registro de textos o de exposiciones, pero no me puedo aguantar, por que además creo que represento el sentiemiento de muchas personas:
me están molestando cada vez más los guardias de los lugares de exposición....es que no es posible que uno entre a un espacio cultural y de entrada te miren de arriba a abajo, te griten el recorrido! o lo peor, que se pongan a chamullarte de las obras como si hubieran recibido alguna instrucción del tipo que recibe el personal de las visitas guiadas (siendo que no es así)...me pasó el otro día en Matucana 100, un guardia no me dejó entrar con una lata de bebida a un espacio enorme, de cemento, donde se proyectaba un video, siendo que la encargada del lugar en persona le dijo que me dejara entrar y él porfió que no y que no, fue todo un lío hasta que el director dió la orden por telefono, uuuff mal...en ese mismo lugar pero en una sala contigua y ya sin la dichosa bebida, un guardia en la entrada me gritó "es por la derecha" cuando quise empezar mi recorrido por la izquierda, siendo que era una instalación en el centro de un white cube, entonces???? por qué me instaba de ese modo tan bruto a ir para la otra dirección? mal....ya le hice ver mi opinión al encargado de artes visuales de Matucana 100, puesto que creo que los guardias deben mantener un perfil bajo, son imprescindibles por la seguridad de las obras, pero todo debe darse dentro de un marco donde pasen lo más piola posible...y que jamás reemplazen a los guias, porque no les corresponde!...ayer fui a ver la buenísima expo de Jaar en la Telefonica acá en Santiago...en una sala oscura estábamos muy tranquilos con un amigo viendo la obra y entró un guardia con esa actitud de que éramos posibles delincuentes a vigilar, ay no!
Señores directores de museos y centro de arte, por favor ocúpense de sus guardias, al visitar exposiciones queremos sentirnos tranquilos para observar las obras, y no sentirnos nosotros mismos el objeto de observación!!

5.11.06

TEXTO : PHOTOSHOW




El siguiente es un texto que escribí para la fotógrafa Francisca Valenzuela, quién me contactó mediante el galerista Tomás Andreu...enganchamos enseguida y mucho, intelectual y artísticamente; este texto, que originalmente estaba pensado para un libro que aún no nace, es sobre su año de trabajo registrando todas las obras de teatro que se dieron en Matucana 100.
Publico este texto aquí, porque nos gustó mucho y por honor a la amistad que nos une con Francisca.


PHOTOSHOW

Skenè pás o bíos (la vida es una escena)
Antiguo refrán griego

Francisca Valenzuela tuvo, como persona y fotógrafa, una oportunidad única: recorrer, deambular, acceder y registrar las actividades llevadas a cabo en el transcurso del primer año de vida del Centro Cultural Matucana 100.
En ese intervalo de tiempo, ella fue testigo privilegiado del devenir germinativo de un espacio en ebullición, donde exposiciones de arte y montajes teatrales se fueron sucediendo unos tras otros en los galpones de Quinta Normal.
Al iniciarse M100, Valenzuela se hizo cargo de la documentación fotográfica de las actividades de este centro, y es aquí donde surge la mejor de las sorpresas: sin asumir el papel, a propósito objetivo e impersonal, de un reportero gráfico, su producción se centró, en cambio, en la captura de imágenes que dieran cuenta del espacio cultural como generador de sensibilidades.
De este modo, sus fotografías en B/N son más que un mero registro sobre el desarrollo de un nuevo centro de arte: son la huella sensible y particular de una captura enfocada emotivamente.

Y es precisamente en las diversas obras de teatro presentadas en M100 donde Francisca Valenzuela encuentra un campo fértil en nuevas visualidades.
A través de un encuadre generalmente en primer plano, de zoom muy próximo al objetivo, subvierte aquélla visión de “espectador” que cabría esperar de las fotografías de un montaje; en cambio, no hay en su producción una primacía de planos generales, pues nos vemos enfrentados a un cuidadoso detallismo visual que genera una interesante relación entre fotografía y teatro.

Pero vamos por parte.
‘Teatro’ viene del verbo griego ‘Theaomai’, que significa “Mirar”.
En ese sentido, el escenario se comporta como una especie de gran caja abierta en donde la puesta en escena cobra realidad mediante un juego de luces y sombras. Es necesario que el teatro quede a oscuras para que emerja la luz significante que permite el desplazamiento de los actores y el desarrollo del drama, dándose a luz la obra misma.
Mientras la escenificación se realiza, la cámara fotográfica de Valenzuela permanece atenta al otro lado, en el lugar del público- espectador; de este modo, enfrentada a la cámara espacial donde la dramaturgia cobra sentido y forma, se encuentra esta otra cámara obscura que es la máquina fotográfica.
Así, mientras sobre el escenario se desarrolla una proliferación de situaciones efímeras, que duran lo que demora la representación escénica, gracias a la cámara fotográfica se establece una intersección que registra y otorga permanencia a momentos dramáticos escogidos por un ojo hábil en la selección.

Porque Valenzuela escudriña atentamente sobre la obra, buscando sobre ese montaje de carácter público, la intimidad de un detalle particular.
Y es por eso que sus fotografías trascienden el campo informativo, pues cada imagen es producto de una aprehensión de lo surreal en lo teatral.
Sus fotos se encuentran más allá de lo que podría ser la imagen para un cartel o para un periódico, aunque sirvan de igual modo para ello; pero sucede que en la aproximación a la situación que transcurre en escena, se pierde el marco de referencia escenográfico, y no contamos con la visión general que da cuenta de la disposición de elementos o de actores en un ambiente artificial…entonces en las fotografías ya la actriz no es una actriz encarnando un potente personaje, sino una mujer que sufre (“Las Sirvientas”)….

Se constata, por tanto, que Francisca Valenzuela asume el teatro como fuente proveedora de situaciones desde la cual bebe insaciablemente cientos de imágenes mentales (luego análogas), que la transportan desde el plano de espectador hacia la situación dramática misma, como si lo que ocurriera sobre la escena fuera real y ella formara parte de él.
Pero, cómo la imagen fotográfica congela instantes capturados, luego nosotros contamos con una distancia fija y permanente que nos permite re- mirar la obra teatral como un conjunto visual de secuencias que se antoja a ratos surrealista, a ratos neo- expresionista.

Por otra parte, es interesante constatar que en sus inicios, el cine tuvo en el teatro su primer punto de referencia: las películas de Méliès transcurren con una cámara fija delante de la cual los actores se desplazan. El primer cine no es más que la filmación de una representación teatral. Pasarían varios años antes de que el verdadero lenguaje cinematográfico, con el plano secuencia y el desarrollo de diversos tipos de montaje, se estableciera.
Asumiendo ese desarrollo óptico y cultural que implica el visionaje de cine, las fotos de Valenzuela se nos aparecen como un retorno desde el cine hacia el teatro, por medio de fotografías que funcionan como fotogramas fílmicos, que a su vez se hacen cargo del peso histórico/ mental de la evolución visual del siglo XX.
Y así como el teatro aprovisionó al cine en su primera etapa, éste lo ha retroalimentado de múltiples maneras, de lo cual las imágenes de Francisca son un ejemplo de ello.

Pero además, las fotografías que componen la serie del primer año de M100 destacan por la calidad de su factura: un manejo impecable no sólo en la composición, sino también en el revelado y manipulación del negativo, en el cuidado del grano y la definición, es lo que nos entrega Valenzuela. De este modo, con dedicada habilidad artesanal, rescata el oficio más puro del fotógrafo, negándose a toda aplicación de Photoshop.
Esta militancia en el campo análogo tiene un sentido: Francisca opta por la imagen más “fiel” al objeto porque lo suyo ha sido en este caso, la búsqueda de una suerte de realismo especular, a partir del “show” , el espectáculo fascinante de luces y sombras del teatro.
De este modo, la distinción lógica entre lo imaginario y lo real tiende a desaparecer, y emerge, entonces, una alucinación verdadera.