LO QUE PROPONE SANTIAGO MORNING: La curatoría de Santiago Morning se gestó como una onda expansiva en torno a un núcleo consistente: el propósito de generar un espacio de índole escenográfico que, apelando a todos los sentidos corpóreos, sumergiera al visitante en una ambientación identificable como sucedánea del espacio urbano capitalino.
Aquello me pareció una estrategia determinante ante el pie forzado del museo, el de los “envíos”, así como una manera de invertir la lógica del arte callejero, llevando esta vez la calle al museo (por lo cual, obras de video o fotografía que redujeran la imagen de la ciudad a un objeto, por lo demás mercantilizable, no correspondían); y la manera propicia de generar una instancia de reflexión sobre la contingencia.
Esto último, lo contextual inmediato, adquirió cada día mayor importancia en los proyectos de los artistas seleccionados por mí, al punto de que expresar el descontento se volvió imperativo.
Por lo tanto, el resultado final fue explícitamente político, resuelto formalmente con recursos de construcción de obra con bajos recursos.
Aquello responde no tan sólo a una elección previa por la estética de lo precario desarrollada ya por INCAS, Castillo y Papas Fritas, sino que además resultó ser el sistema más coherentemente honesto y creativamente resolutivo de producir obras de arte en el contexto de la Bienal, donde el financiamiento era mínimo. Así también, todas las obras fueron creaciones específicas que existieron durante el mes y medio de la muestra, para luego desaparecer.
A estas decisiones formales, se sumó la ocupación efectiva del museo por parte de los artistas: Francisco Papas Fritas llevó a cabo una serie de acciones performáticas, y los Incas realizaron al interior de su obra tres encuentros de diálogos con los visitantes y una sesión DJ.
Así se incentivó la participación del público, quien por momentos dejó de ser un sujeto pasivo (espectador) para transformarse en uno activo (ciudadano).
De esta manera, el montaje en su totalidad generó una suerte de paisaje decodificado (en planos superpuestos de estímulos), del barroco pobre, es decir, de lo fantástico mentiroso: la catastrófica modernidad del Jaguar Latinoamericano fue sentenciada como ruina permanente, suspendida en el territorio de los miedos y los deseos anulados.
Santiago Morning, que toma su nombre de un equipo de fútbol en crisis permanente entre la primera y la segunda división, sintetiza nominalmente la situación de un país que no asume los costos sociales de sus gestiones económicas neoliberales: cada día nos convertimos, como dice el refrán brasilero, en el almuerzo del jaguar. Y no el jaguar proclamado en los años 90.
Nuestra participación en la VI Bienal, entonces, catapultó el malestar contemporáneo desde un espacio artístico. Y es que muchos estamos hartos de que Chile insista en darle la espalda a las renovaciones sociales sudamericanas; cansados de que la cultura esté sometida a la burocracia paternalista; aburridos de que las artes visuales sean reducidas discursivamente en sentido localista, refiriendo eternamente a las mismas fuentes.
Por eso es que ensayamos maneras distintas de construir las obras y de generar la proximidad de éstas con el público: no le tememos al riesgo porque, cada vez que la institución nos rechaza o entramos en crisis al interior de ella, sabemos que, como dijo María Galindo1 , siempre nos quedará la calle.
1:
Artista y activista boliviana fundadora del colectivo Mujeres Creando, cuyo comentario vino a propósito de la anulación de un proyecto de exposición sobre la migración, que íbamos a realizar en el Centro Cultural de España durante el 2008.